Allá por la última década del siglo
pasado, un grupo de gente devota del Santísimo Sacramento formó
una comisión encargada de realizar un templo para dicha advocación.
Así que Pedro Loza y Pardavé junto con la comisión
organizó un concurso entre algunos arquitectos e ingenieros para
escoger el proyecto de dicho templo.
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Se decidió por el del Arq. Adamo Boari (famoso arquitecto italiano
traído por Porfirio Díaz y fue el que hizo el Teatro de Bellas
Artes y el Correo Mayor en la capital) cuyos detalles siguen en todo la
manera italiana muy dentro del gótico.
La construcción se inicia con una ceremonia ofrecida por el arzobispo
Pedro Loza y Pardavé acompañado del canónigo Pedro
Romero y se coloca la primera piedra el 15 de agosto de 1897.
Ya para 1911 estaban terminadas las columnas interiores y los números
a la altura de los capitales, los encargados de la fábrica eran
el canónigo Pedro Romero y el maestro de obras Feliciano Arías,
a quien a su muerte le sucedió su hijo Jerónimo Arías.
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Durante la Revolución se suspendieron los trabajos, tanto por
la persecución religiosa, como por la falta de garantías
y la gravísima crisis económica, en esa época la población
estaba estimada en unos 100 mil habitantes.
En febrero de 1924, murió Pedro Romero y se le encargó
terminar el templo al padre José Garibi Rivera y éste inmediatamente
pidió al Ing. Luis Ugarte que lo auxiliara en la obra.
Todo siguió viento en popa y el 6 de enero de 1927 le tocó
la oportunidad de continuar la erección del templo al Arq. Ignacio
Díaz Morales hasta su terminación en 1972.
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La puertas del templo son de madera de granadillo, hechas por Jesús
Gómez Velazco y tiene incrustadas figuras de bronce realizadas por
el maestro Benito Castañeda; en los tres tímpanos del frente
de la iglesia son de mosaicos italianos realizados en la fábrica
de mosaicos del Vaticano y representan, el de la nave central:
El Cordero Pascual, el de la nave oriente a San Tarsicio y la otra a San
Pío X, éstos fueron proyectados por el pintor y experto de
los museos del Vaticano Francisco Bencivenga quien también supervisó
la colocación de los mismos.
Se mandó traer de Alemania un bello reloj de cuatro carátulas
iluminadas junto con un carrillón de 25 campanas que tocan una colección
de obras musicales tanto religiosas como profanas; dicho carrillón
puede ser tocado por un teclado que está en el coro, este reloj
costó aproximadamente 450 mil pesos y fué instalado por técnicos
alemanes.
Al sonar alguna pieza musical, lo acompaña la peregrinación
de las figuras de los doce apóstoles que originalmente se fijaron
a las 9 am, 12 pm y 6 pm.De las 25 piezas musicales que contiene el carrillón
sólo nombraré algunas: Ave María, Himno Nacional,
Las Mañanitas, Guadalajara, Adiós Mariquita Linda, Las Golondrinas,
México Lindo y Querido, la Marcha de Zacatecas, etc.
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El templo esta hecho en su mayor parte de piedra tallada como se hacía
en la Edad Media; y algo que llama mucho la atención son sus enormes
vitrales ejecutados por Jaques y Gerard Degusseau de Orleans, Francia según
cartones del artista y pintor Maurice Rocher de París.
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