El antiguo Panteón de Belén (inagurado en 1848), fue
testigo de un suceso donde un estudiante de medicina perdió el juicio;
resulta que antaño, los que estudiaban el arte de curar a las personas,
estaban de internos en el Hospital Civil.
Pues resulta que un buen día de esos, un entusiasta y valiente
estudiante les apostó a sus compañeros, que entraría
completamente solo al vecino panteón de Belén a las ocho
de la noche, hora en que se daba el toque de ánimas y dizque según
decían, que salían los muertos de sus sepulcros. |
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Para confirmar su hazaña, les dijo que entraría hasta
el fondo del corredor y clavaría un clavo, para que sus incrédulos
compañeros lo vieran al siguiente día. Todos estaban a la
espera del primer clamor de las ocho de la noche, dado por la campana del
templo de Belén.
Al escuchar el primer campanazo, brincó la barda y entró
al campo santo caminando con paso firme y seguro al fondo del corredor,
cargando en sus manos un martillo y un clavo.
Cuando llegó al fondo del oscuro corredor cla el puntiagudo metal,
pero al retirarse notó que alguien lo detenía; ¡se
le heló la sangre!, pues por más esfuerzo que hacía
por correr, sentía que una tétrica mano lo tomaba fuertemente
del hombro. Quiso gritar pero no pudo, pues un nudo en la garganta se lo
impidió, estaba tan asustado y desesperado que se desmayó.
Sus compañeros notando que ya había pasado una hora y
no volvía entraron al cementerio para ver que fue lo que le había
sucedido a su compañero; lo encontraron tirado en el suelo, pero
sujeto a la pared con la capa clavada por el clavo.
¡ Volvió el estudiante en sí, pero despertó
completamente loco! ...
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