Pueblo fundado entre el 14 y 16 de febrero de 1542, por indios traídos
del Valle de México por el virrey Antonio Mendoza, los cuales venían
en calidad de auxiliares de las tropas españolas para combatir la
rebelión cazcana del Mixtón, después de ganar la guerra,
algunos de ellos "quisieron quedarse...se casaron con indias de la
Galicia y...se les permitió asentasen su población al Poniente...nueva
población, a la que se le dio el título de San Juan de Mexicaltzingo".
Las casitas de los mexicanos o Mexicaltzingo era muy pequeño,
no se ha podido establecer la cantidad de pobladores iniciales. Tal vez
fue alta, pero en el curso de la segunda mitad del siglo XVI, muchos abandonaron
el pueblo, ya sea voluntaria o forzadamente, retornando al Valle de México
que era en sí su verdadero hogar. Alonso de la Mota y Escobar decía
que en 1605, mientras que Analco tenía más de tres mil vecinos,
Mexicaltzingo no contaba con más de 60 pobladores. Mientras que
Guadalajara, Analco y San Juan de Dios allá por el siglo XVII, tenían
algunos edificios importantes como templos, conventos, hospitales y varias
obras en proceso ; Mexicaltzingo solo tenía una pequeña ermita
o capilla de adobe y zacate, con una plazuela frontal para los "tianguis"
donde principalmente se vendían cazuelas y objetos de barro.
Esa humilde capilla de indios dependían del convento de San Francisco
y estaba muy bien cuidada por los vecinos, ya que Mota y Escobar nos cuenta
que "adornaban a los indios y proveen la de todo lo necesario de cera
y vino, imágenes y ornamentos, de sus haciendas y esto muy cumplidamente".
Fray Antonio Alcalde organizó la ampliación de la vieja capilla,
dando la cantidad de seis mil pesos y fue erigida en parroquia ; construcción
que duró poco, pues en 1803 se demolió completamente para
construir una nueva iglesia, colocando la primera piedra el 22 de abril
del mismo año, por el cura Juan Lucas Robles.
La obra resultó defectuosa y se le hicieron varias restauraciones
en 1844, 1858, 1880 y 1912. Mexicaltzingo fue un pueblo pobre y laborioso,
con mucho terreno. Por siglos tuvo pocas manzanas con fincas rústicas
y amplios solares ; huertas, baños, corrales y muy arbolada, se
acopló a las irregularidades hidrográficas, pues en el temporal
de lluvias todo el caudal bajaba por el poniente. Más o menos por
la actual avenida de La Paz y a la altura de ésta, con las calles
Donato Guerra, Ocampo, Galeana y Colón, brotaban algunos manantiales
que creaban nuevos y pequeños arroyos, que originaron esa confusión
aparente de calles que conocemos como las "nueve esquinas" ;
zona intermedia entre San Francisco y el barrio.
Desde muy joven el pueblo de Mexicaltzingo fue el sitio de introducción
y sacrificio del ganado para la población tapatía, paso el
tiempo y ya a principios del siglo XIX, el rastro de la ciudad operaba
en las ahora Niños Héroes entre Colón y Nicolas Régules
; en la fachada de este lugar estaba colocada una escultura de cantera
de San Miguel, patrono de los carniceros. A mediados del siglo pasado funcionaban
algunas tenerías, que contaminaban mucho las aguas, estancándose
bajo los puentes de Las Damas y El Manzano ; el Puente de las Damas se
construyó entre Colón y La Paz en 1796, durante el gobierno
de Jacobo Ugarte y Loyola y "se le dio nombre porque las señoras
de la ciudad contribuyeron a su construcción. Y antes de que tal
puente de las Damas existiera, la población que tenía que
ir a Mexicaltzingo a comprar la carne o para sus devociones al Señor
de la Penitencia, tenía que pasar precisamente sobre el arroyo del
Arenal y entre las inmundicias".
El puente Manzano, estaba sobre la calle del mismo nombre. La antigua
garita de Mexicaltzingo, estaba en el extremo poniente del barrio, en lo
que hoy son las calles de Alemania y Noruega, donde estaban los caminos
Real de Colima, Sayula, Zacoalco y el de Las Higuerillas. Mexicaltzingo
fue pueblo con gobierno propio hasta 1667, en que quedó sujeto en
lo administrativo al Ayuntamiento de Guadalajara, pero fue hasta 1821 cuando
se le declaró oficialmente barrio de la ciudad.
En la mitad del siglo pasado, Mariano Otero anotaba que la población
indígena de Mexicaltzingo había desaparecido "del todo",
y su población era predominantemente mestiza y alguna criolla. En
el siglo XIX y a principios del actual, este barrio fue importante en lo
económico y social, sobre todo por la introducción de ganado,
abasto, industrialización de cueros y centro de mercado de reses.
Tuvo varios mesones importantes, como el de Tepopote, entre Colón
y la Calzada del Campesino No. 1195 ; el de la Mora, Colón 790 ;
el Corriente (La Colonial), el viejo y nuevo arenal, Donato Guerra 515
y 474 respectivamente, y ya casi en San Francisco, el Mesón del
buen viaje entre Colón y Ferrocarril.
La gran festividad del barrio es el jueves de la ascensión del
Señor, se puede decir que en el siglo XIX fue la época de
oro del Señor de la Penitencia de Mexicaltzingo, Fray Luis del Refugio
Palacio escribió que, "desde la madrugada hasta las altas horas
de la noche, en que apenas se puede entrar en el espacioso templo"
de Mexicaltzingo. Durante la Guerra de Reforma, la Revolución, de
las continuas entradas y salidas de tropas liberales y revolucionarias,
muchas de esta personas que quedaron a vivir en este barrio y al paso del
tiempo, fueron famosas la quema de imágenes en Mexicaltzingo, en
esas dos etapas de la historia contando también durante la cristiandad.
En 1842, este barrio estaba limitado al sur por la actual avenida Niños
Héroes, al norte, por el arroyo del Arenal y al poniente, por grandes
terrenos sin construir ; ya se veían casas muy pobres en la actual
zona de la Trinidad, así como al poniente y un poco hacia el sur
había ya algunos asentamientos paupérrimos. En 1830, Francisco
Vidrio donó un terreno arenoso para que sirviera de cementerio,
panteón que llevo como nombre de Agua Escondida y que prácticamente
e se llenó en tres años, por las epidemias del cólera
que azotaron a Guadalajara. Al clausurarse este camposanto en 1833, empezó
a seguir el barrio de San Antonio.
El barrio de Mexicaltzingo ha quedado disuelto, como los otros barrios,
con la gran Guadalajara, Agustín Yañez decía que :
"Gritan los cláxones a arrabal de gran ciudad o pueblo revoltoso.
Trepidaciones bárbaras porque la alfombre y asfalto no se desarrolla
para acá. Pitos de tren ; fonógrafos. Con mecánicos,
carniceros ; camino del rastro ; viernes santificado, porque en el centro
de este pequeño mundo bullicioso se clavó el Santo Señor
de la Penitencia, blanco de devociones. Y a la rueda, a la rueda del Señor
, el tráfago populoso carniceril".
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